Nuestra profesión/pasión, tiene esa generosa y casi mágica posibilidad de acercarnos a artistas que nunca pensamos que podríamos conocer trabajando, y no estoy hablando específicamente de artistas famosos, sino de todos los que entran a nuestro estudio.
Esto de dejar huellas, es algo difícil de identificar. Muchas veces seguimos trabajando y no nos ponemos a pensar en lo que hemos aportado. Quizás sea más fácil darnos cuenta de las huellas que productores, músicos y cantantes nos dejan a nosotros. En realidad siempre he sentido que era una retroalimentación permanente.
Pero recuerdo algo que se produjo sin querer, y con el tiempo pude entender lo que pasó.
Tenía 32 años cuando me mudé a Puerto Rico. Esta decisión, a nivel profesional, significaba comenzar a conocer una nueva cultura musical y sonora. La diferencia era muy importante, pero también un interesante reto. Estaba acostumbrado a grabar y mezclar todo el tiempo rock, tango, zambas y chacareras, bailanta, jazz, música clásica, baladas, y muy eventualmente alguna banda que se le animaba a la salsa o al merengue. Y ahora en la cultura caribeña, puertorriqueña, estaría escuchando y trabajando todo el tiempo con las grandes orquestas de salsa, el merengue, la bachata, el folclore de aquí (danzas, seis, aguinaldos, décimas) la nueva trova, la música de tríos, los boleros, la música clásica, el latín jazz, también el reggae y el rock (algo distinto a nuestro rock, pero con una influencia muy fuerte del rock nacional argentino). Pero la verdad, es que se veía venir algo muy fuerte con la música urbana, más conocida en ese momento como “reggaetón”, que hasta el 2000 era la música undergound de Puerto Rico, la prohibida, la que los políticos de turno detestaban, pero irónicamente comenzaban a usar sus temas para las campañas.
En todo este panorama, yo, como podía y casi sin conocer la nueva cultura, empezaba a trabajar masterizando, entre otros tipos de música, las primeras producciones de reggaeton que las compañías discográficas locales querían sacar del ambiente underground, para introducir en el circuito comercial de la música latina.
Antes de seguir con el relato, es importante entender lo siguiente:
- Cada lugar tiene una cultura sonora diferente, un balance low/high distinto. Para ser más gráfico: en el año 2000, si uno escuchaba pasar un auto con música a volumen alto en una calle de Buenos Aires, seguramente iba a escuchar un exceso de altas frecuencias, que fundamentalmente se hacían sentir en el redoblante y los platos. Pero al escuchar pasar un auto en Puerto Rico era todo lo contrario, el exceso era de las bajas frecuencias, donde prevalecía el kick (bombo) y el bajo exageradamente vibrante, a tal punto que en la mayoría de los temas de reggaeton antes del 2000, costaba escuchar lo que decía el cantante.
REGGAETON 1996 Daddy Yankee – Camuflash
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- Tengamos en cuenta que las producciones de este género musical en sus comienzos se realizaban en las casas de los artistas/productores y no en estudios profesionales. Esto, hacia algo más complicado el proceso de mastering, pero a la vez más divertido.
- En otro orden, es lamentable, pero el reggaetón era criticado hasta por colegas técnicos e ingenieros de audio, dejando saber que ellos no trabajaban esa música, lo veían como algo menor. Por supuesto que no estoy de acuerdo con esa postura profesional para ningún tipo de género musical.
Retomando el relato. Nunca en mi vida había escuchado reggaetón, pero me pareció interesante trabajar el audio de esas producciones. Sin querer, sin darme cuenta, de manera totalmente inconsciente, trasladé mi influencia cultural sonora del rock argentino, al reggaeton puertorriqueño, y mi trabajo hacía que la música urbana comenzara a sonar con mayor claridad por la utilización de las altas frecuencias que hasta ese momento no eran tan importantes. Yo realmente no sabía muy bien lo que estaba provocando en ese momento, pero tuve la suerte de que mis trabajos fueran muy bien aceptados por los artistas y productores que por esos años, recién empezaban a dar sus primeros pasos (Dj Blass, Don Omar, DaddyYankee, Wisin y Yandel, Angel&Khriz entre muchos otros).
REGGAETON 2001 Dj Blass – Sandunguero 1 DADDE YANKEE & NICKY JAM (Máster por Nestor Salomón)
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Me daba cuenta de la aceptación, no solo porque me lo decían que le gustaba el sonido, sino porque algunos artistas llegaban al estudio y me indicaban: “quiero que el mastering suene como este disco”, mostrándome un cd que yo mismo había masterizado y ellos no lo sabían. Por mucho tiempo la referencia obligada fue el primer disco que mastericé para DJ Blass, que se llamó “Sandunguero 1”. Para ese tiempo Blass usaba para producir su disco, una tarjeta SoundBlaster y las primeras versiones del Frutiloops.
Mucho tiempo más tarde, y ya tomando conciencia del cambio que sin querer había hecho, me pude dar cuenta que por casualidad, había generado una tendencia sonora, provocada por mi proceso de adaptación cultural, dejando una huella en la música urbana.
En fin, el reggaetón, que en el 2000 era algo nuevo para mí, de a poco lo fui observando, aprendiendo sus características desde los mismos reggaetoneros, (donde hubo un respeto profesional mutuo)y estudiandoa fondo las formas en que ellos producían su música, los programas y equipos que usaban, y fundamentalmente lo que esperaban sonoramente del mastering. Hoy en día, masterizo y restauro diferentes tipos de música tanto del caribe como de varios países, pero la música urbana en todos sus estilos, ocupa el 60% de mi trabajo diario. Me siento muy a gusto en trabajar con artistas y productores del género (algunos de ellos reconocidos internacionalmente), y de seguir aportando desde mi especialidad lo mejor que le pueda dar a su música.
Quiero decir que estoy muy contento de participar y ser miembro de AATIA, mi saludo a todos mis colegas, y hablando de dejar huellas, creo que este emprendimiento en una forma de dejar huellas para las próximas generaciones de técnicos e ingenieros de audio.